Vitaliano Brancati

La gimnasia sueca y un viaje a Estocolmo.

En el relato Don Giovanni en Sicilia, que Vitaliano Brancati escribió en 1940, aparece una breve y sustanciosa referencia a la práctica de la gimnasia sueca. La historia es la de Don Giovanni, un siciliano que por amor se traslada a Milán y se ve obligado a cambiar sus hábitos, a modernizarse. Estos fueron sus cambios para adaptarse a su nuevo estado.

La razón por la que decidió hacer gimnasia es que “Parecía realmente fuerte, pero el miedo a quedarse sin fuerzas no le abandonaba ni un solo momento durante el día…”

—Nunca hice ejercicio en toda mi vida —le dijo un día a Ninetta, mirando hacia su propio pasado—. He tenido la adolescencia de un animal. ¡Puah…! Habría sido otro hombre si hubiera hecho un poco de gimnasia a los quince años.

—Puedes hacerla ahora —murmuró distraída su mujer.

—Ya es tarde.

—Para esas cosas nunca es tarde.

“Puede que tenga razón”, pensó Giovanni…

Y se puso manos a la obra. “Arregló sus horarios de modo que en ellos cupiera, además de la ducha fría, las tardes sin siesta, el trabajo y la gimnasia sueca...”  “…todas las mañanas hacía unos ejercicios en la barra y en las paralelas, y otros en su dormitorio, consistentes en abrir y cerrar la boca y en caminar de puntillas. Poco después la mandíbula pareció sobresalir y los pectorales le reventaban la chaqueta.”

La sistematización de los ejercicios que llevó a cabo Pehr Henrik Lin y su hijo Hjalmar Lin en el Real Instituto de Estocolmo, en el siglo XIX, supuso una revolución en la popularización de los ejercicios físicos para mejorar la condición física de las personas. El modelo creado es lo que conocemos como gimnasia sueca.

La estricta organización en tablas de los ejercicios facilitó su aplicación en el ámbito escolar, lo que hizo que se extendiera mucho su práctica. Sin embargo, la inclusión de una metodología de orden estricto, de formaciones y voces de mando hicieron que algunos la identificaran con la disciplina militar y que su utilización por regímenes fascistas (es el caso de España e Italia en el siglo XX) como modelo de desarrollo juvenil, la hizo odiosa para muchas generaciones.

Además, la proliferación de manuales de gimnasia de sala o de alcoba que defendían que unos minutos diarios de esta gimnasia hecha en casa mejoraba la salud, hicieron que mucha gente se aplicara en su práctica en la intimidad de sus habitaciones.

Después, el deporte la barrería del ámbito escolar hasta hacerla desaparecer, sin que por eso se haya olvidado el soniquete rítmico 1,2,1,2… que acompañaba a la práctica de los ejercicios como el estereotipo de lo inútil y lo aburrido.

La gimnasia sueca es el germen de modelos gimnásticos actuales de preparación física como el aerobic en varias de sus aplicaciones y gimnasia consciente como el popular Pilates y los métodos de Alexander y Feldenkrais. Actualmente se desarrolla una versión fitness de la gimnasia sueca.

Viajé el fin de año a Estocolmo y quise saber si los suecos guardaban memoria de los pioneros de la gimnasia y si allí también la llamaban gimnasia sueca. Pehr Henrik Ling padre y Hjalmar Lin hijo, tienen una estatua, al lado de la facultad de educación física. Lo que no hay es un monumento a la gimnasia sueca y creo que los suecos se la deben.

Vitaliano Brancati. Tríptico siciliano. Lumen

 

 

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